jueves, 28 de junio de 2012

Arreglar la base

En su libro "Madres e Hijas", Christiane Northrup expone la evolución emocional, física y espiritual de una mujer, la vida, en definitiva, con una hermosa alegoría. La compara con una casa con su sótano que sería la gestación y el nacimiento, primera planta con habitaciones divididas en septenios hasta los 42 años y una segunda planta hasta que nos llega la muerte, también dividida en septenios (el 7, ese número mágico). En este capítulo viene a exponer que no todos tenemos la suerte de pasar de habitación y mucho menos de planta, ya que nuestra educación patriarcal represiva o en exceso permisiva (ya sabemos que tan perniciosa es una cosa como la otra) no nos ha dotado de rescursos, nacidos del amor para crecer y evolucionar. Muchas, estamos todavía en la primera habitación, la de los 0-7 años, aunque nos vistamos con el disfraz de otro personaje: el resolutivo, el implicado, el pasota, el introvertido, la víctima, el victimario. Nuestras necesidades y sentimientos siguen viviendo ahí.

El hecho de haberme convertido en madre y haber superado retos nada recomendables como la falta de apoyo logístico y el cansancio, el hecho de haber creado un proyecto pedagógico entre varias familias para mi hija, el hecho de criarla todos los días, me ha puesto delante el espejo y me lo ha dicho claro: No pases a otra habitación en "falso", descuélgate ese personaje de madre informada, insumisa y combativa si antes no arreglas y redecoras la habitación anterior. Es cierto que los seres humanos somos un cúmulo de sutilezas y que los resultados no son matemáticos (esto lo explica muy bien la antroposofía), pero también lo es que todos y todas sabemos lo que nos remueve, lo que nos hace sufrir, lo que nos somete y nos paraliza.


Muchas son las corrientes pedagógicas que  afortunadamente escapan de la negrura de las de antes, que, como en la reciente y maravillosa Campaña de Save the children promueven el respeto y la generosidad para hacer de nuestros hijos niños estables, felices, críticos y sanos física, emocional y mentalmente. Blogs, como el mío, corrientes, porteo, colecho,  libros maravillosos, neurociencia (por fin la ciencia acompaña al amor) madres que dejan sus trabajos, lactancia materna, todas ellas aspiraciones hermosas y dignas, pero...¿qué hay de nosotras mismas? ¿Qué hemos vivido? ¿Qué nos ha faltado? ¿Hasta dónde podemos llegar? ¿Reconocemos nuestras sombras? ¿Vivimos llenas de rabia, resentimiento y rencor? ¿Tenemos dolencias físicas y psicológicas? ¿Compulsiones? ¿Quién era mi madre? ¿Y mi padre? ¿Y mis abuelos? ¿Y los abuelos de mis abuelos? ¿Quién es mi pareja? ¿Qué me une a ella?

Sí y solo sí pasamos de forma saludable a otra habitación con acompañamiento, ayuda, amistades, compartiendo las sombras y maternándonos a nostras mismas, solo así no nos daremos contra una pared una y otra vez con nosotras mismas, nuestros hijos, y la vida en general. Creo, bajo mi punto de vista y mi experiencia, que no podemos pretender hacer "vuelo alto" sin hacer uno raso primero. No podemos "colgarnos" ni "colgar"  ninguna tendencia educativa a nuestros hijos y dejarnos la piel, porque no obtendremos nunca ningún resultado si antes no arreglamos esas habitaciones, poco a poco, sin exigencia y con cariño, sin repartir culpas y asumiendo nuestras responsabilidades. Solo así no se desmorornará la "tramoya" en el momento menos pensado. Madres y padres. Solo así sabremos que es respeto, de que modo se respetan nuestras necesidad por parte del sistema en el que vivimos: calidad de vida, aire, agua, inquitudes, atmósfera, servicios sociales, economía justa y solidaria y por ende, reconoceremos de que manera respetan y respetamos las de nuestros hijos: una de estas necesidades es su educación, fuera de nuestro personaje, para que ellos también respeten ( a los demás y al mundo en el que han nacido) y se respeten. No es casualidad que en los sitemas de salud energéticos, milenarios, se cura a bebés e hijos pequeños, actuando sobre la madre. No podemos esperar un hijo o hija emocionalmente maduro y estable, si sus padres no lo están, o "escapan" de ellos mismos, o se disfrazan.


Recuerde qué hacía, qué sentía, qué cosas le alegraban y qué cosas le dolían. Intente mirar al niño que tiene con los ojos del niño que fue. Dice Carlos González en el blog the Save the Children

Solo y solo nosotras tenemos la responsabilidad de no culparnos y no culpar a quien ha hecho lo que creía mejor para nosotras. Solo nosotras tenemos la responsabilidad de enfrentarnos a nuestros dragones dejándonos ayudar y cuidar y cuidánonos a nosotras mismas. Solo nosotras tenemos la responsabilidad de reconocernos en nuestro estado, maternarnos a nosotras mismas y amarnos para poder amar sin condiciones, por el simple y enorme placer de estar mejor día a día, ponernos la mano en el corazón y saber qué nos está diciendo,  por dar a nuestros hijos a alguien genuino, que está ahí cuando nos necesitan sobre todo si estos son pequeños, para poder empatizar de verdad y no como una postura, para poder educar dese la confianza y el vìnculo.  Solo nosotras tenemos la responsabilidad de reconocer las violencias cotidianas, en nuestro sistema en general, con nuestros hijos. Solo nosotras tenemos que responsabilizarnos de nosotras mismas y tratar de acercarnos a la verdad y a la consciencia un poquito más, qué pintamos realmente en este mundo y para que hemos venido, día a día.

Esas habitaciones del primer piso de las que habla Northrup con el sótano, la base, han de reconocerse en su debilidad y mala calidad y saber que a partir de este reconocimiento, se pueden arreglar con tesón y cariño, buscando un maternaje personal. Absolutamente todos y todas, llevamos en nuestra memoria genética las contradicciones y la destructividad del patriarcado, que además crea adicción y del que no es fácil escapar, esta memoria genética, llena de desamparos y carencias nos mantiene enfermos, sumisos o rabiosos viviendo en esas habitaciones de nuestra primera infancia y adolescencia.


viernes, 22 de junio de 2012

Cinco días en Tarifa

Nuestra vieja amiga Marta nos invitó a Tarifa a Catu y a mí. A su casa antiquísima en el centro del pueblo y a la playa de este lugar mágico,  donde dos continentes se contemplan. Fue en mayo. Gracias a Marta que nos permitió hacer esta escapada!




martes, 12 de junio de 2012

Los desastres del patriarcado, en un vídeo

Magnífico vídeo (1996) de Michel Jackson (aunque me quede con el de los 60') que apenas se ha proyectado en cadenas de los EEUU (está censurado en varios países de los 5 continentes). Muestra, entre otros, los desastres de nuestro sistema patriarcal, y la fuerza, la pureza y la energía que podemos tener los seres humanos mostrando humildad y venerando a nuestra madre, arrodillándonos y sintiendo su dolor, la madre de todos y todas, la tierra. Espero que os emocione igual que a mí. Gracias a David Madrid, de ecoféminas, por la inspiración.


miércoles, 6 de junio de 2012

Alice Miller

"la capacidad de vivir el duelo, es decir, de renunciar a la la ilusión de la propia infancia "feliz" y de percibir emocionalmente toda la magnitud de las heridas padecidas, devuelve al depresivo (al que siente que no tiene rumbo) vitalidad y creatividad y puede liberar al grandioso de los esfuerzos y la dependencia de su trabajo de Sísifo. Si una persona puede darse cuenta a través de un largo proceso, de que nunca fue "QUERIDO" por haber sido el niño que fue si no utilizado por sus cualidades y rendimientos y éxitos, si puede darse cuenta de que sacrificó su infancia por ese supuesto "amor", dicha constatación le producirá hondas conmociones internas, pero un buen día sentirá el deseo de poner fin a su maniobra publicitaria . Descubrirá en sí mismo la necesidad de vivir su verdadero yo y no tener que seguir ganándose ese amor, un amor que, en el fondo, lo deja con las manos vacías porque su objeto era falso era ese falso YO al que él mismo ha empezado a renunciar."
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