El
ciclo menstrual en la mujer, ese que hace que podamos ser madres y mujeres, dura
aproximadamente lo mismo que el ciclo lunar, 28 días.
Hay
mujeres que les dura un poco menos, otras un poco más, varía por temporadas y por las
más diversas causas. Nuestro cuerpo, espíritu, mente y emociones cambian durante esos 28 días, todo está
conectado, no “estamos” distintas porque estemos en tal día en concreto, si no
porque tal día nos muestra esa parte de nosotras, otra parte de nuestro SER.
Entre la menstruación y la ovulación creamos un óvulo, es la fase folicular,
nos solemos encontrar creativas, ejecutivas, extrovertidas, con ganas de hacer
y relativizar, quizás más optimistas e inspiradas, le damos pocas vueltas a las
cosas, sencillamente, hacemos. Durante la ovulación tenemos un pico de
estrógenos y testosterona que nos hace elevar la líbido. En la fase lútea, esto
es, la que va de la ovulación hasta que menstruamos, tendemos a ser más
evaluativas y reflexivas, soñamos cosas que nos hablan de lo que nos preocupa,
tenemos pensamientos turbulentos sobre partes de nuestra vida que nos
disgustan, somos más mecánicas pero también muy creativas. Esta parte del ciclo
menstrual no existiría sin la otra y viceversa, es como la naturaleza y los
ciclos de la vida en general. En cuanto a su relación con la crianza, quizás en
la fase lútea nos mostremos con ganas de tenerlo todo más ordenado, nos
irritamos con más facilidad, no tenemos paciencia y tendemos a no relativizar,
y esto es, porque entre otras cosas nuestro cuerpo, nuestro yo, en general
necesita una tregua, un descanso, apartarse y en nuestra sociedad sobre todo si
se es madre de un bebé o un niño pequeño, no es fácil ni está bien visto. En
otras culturas muchas mujeres se retiran a sus viviendas durante los días de la
pre-menstruación y de la menstruación.
Nuestras
relaciones con los demás varían y nuestros hijos no son una excepción. Tomar
conciencia de qué momentos pasamos en nuestra vida de mujer y aceptarnos con
naturalidad, valorarnos en cada momento, sacando partido a nuestro potencial
nos puede ayudar a nosotros y a quienes están con nosotros, reclamar nuestra
necesidad de descanso, hablar, dialogar, informar de qué nos pasa, cómo nos
sentimos, pedir ayuda o reordenar nuestras prioridades con consciencia pueden
ser claves en la fase lútea. Las mujeres no estamos anestesiadas. En el libro
los “Momentos Óptimos de la
Mujer” la autora, Miranda Gray, desglosa esos dos momentos en
cuatro y nos explica como sacarle partido a cada uno. Me está sirviendo y gustando!